jueves, 14 de mayo de 2015

La Isla


A Azahara por abrirme las puertas de su casa, de su corazón, de su vida.




El mar transmite paz. Haber nacido cerca a él lo ha hecho imprescindible en mi vida. Y especialmente en esta etapa se ha convertido en el lienzo que observar cuando necesito dejar de mirar a los lados. Un lienzo vivo que tiene la capacidad de traer del fondo los minerales que necesito para entrar en calma.

Tal vez por eso La Isla era tan perfecta para mi. Un trozo de tierra rodeado de mar, rodeado de paz, en el que nada podía alterarme.





En aquella isla había una casa, entre muros  de piedra y ventanas verdes y aguamarina, con un orden preciso y un gusto exquisito. En aquel hogar contrastaba el tradicional huerto del vecino con las historias sobre Alemania, Suiza, Holanda… Y aquel contraste creaba una alegre sensación en la que se mezclaban los planes de futuro, las ganas de volar y las de permanecer cerca de lo más importante.

Fui a esa casa buscando un abrazo que me supiera al pasado y encontré algo mejor. Una persona nueva, cuyo recorrido habíamos compartido en un punto que hizo que nuestros caminos se cruzasen. Y ella formaba parte de esa casa, de ese huerto, de esa isla, y de esa sensación que a mi me provocaba.

Las ganas de construir sueños, de seguir caminando.





El problema de volver fue ver como a través del mar se iba colando la tierra y con ella las preocupaciones, los problemas y las noches sin dormir.






Pero desde la tierra me he dado cuenta de que es cierto eso que piensa Azahara sobre que el encanto que tienen los muros de piedra se debe a que alguien dedicó su tiempo y esfuerzo a construirlos poco a poco. Y al final me ha venido de golpe la idea de que La isla es algo que cada uno tiene que construirse en su mente, en su vida.

Un espacio mental al que acudir cuando el mar no está cerca, o cuando los estímulos están lejos. Un lugar que funcione como una casa ordenada con láminas de Paula Bonet. O  un rincón de paz que pueda rescatarnos de las tempestades.

Porque al final los sueños sobre el futuro, la paz del mar y las historias sobre Alemania no se alcanzan cogiendo un avión, sino construyendo muros de piedra.

Buenas noches, sean felices.