martes, 14 de octubre de 2014

Málaga enamora


La tetería


Málaga enamora, no se cómo pero te envuelve. Desde que llegué sentí que ya formaba parte de ella, que ya era mi hogar. Lo primero que me encandiló fue el CAC (Museo de Arte Contemporáneo) presidiendo el Soho, a partir de la primera visita despertó algo en mí que me hizo adicta a sus paredes, consiguiendo que me mudara a vivir cerca muy pronto. Desde ese día suelo ir varias veces al mes, encontrando en sus exposiciones siempre algo nuevo, estimulándome con sus colores, sus formas y conceptos.

Sin embargo esto no sería nada sin las tardes de meriendas en El café con Libros, El último mono o en esa tetería tan especial que descubriste con alguien y que se convirtió en vuestro sitio. Y no es solo un té con leche y un trozo de tarta, es una conversación, que digo una… cientos de conversaciones que sin darte cuenta penetraron en tu cabeza cambiándote para siempre.

Son los anocheceres especiales, en la inauguración de Retrospectiva de Doisneau en La Térmica el último viernes, emocionándonos por esa foto que significa solo lo que tú quieres. Y el rato de después cantando Oasis con una cerveza en la mano parodiándonos a nosotras mismas y riéndonos de esa teoría del “como me veo yo, como me ven los demás”. 
              
El vino dulce del Pimpi de las noches frente al Anfiteatro, el rueda de los medio días al Sol. Los paseos por Larios, por el Muelle 1. La calle del Babia, el Microteatro, el Drunko nuevo, el antiguo y el más antiguo aun. Las ensaladas de Pedregalejo, plaza activa el último domingo del mes. “Los Capullos no regalan flores” de Fnac, de cada rato que subimos a leernos entre las catástrofes que otra dibujó por nosotras. Los helados de Casa Mira. Te hacen suya. Y te hacen ver que no es tan solo una ciudad, es tu ecosistema.

CAC

CAC

La térmica

La térmica

CAC