martes, 23 de septiembre de 2014

Esclavas



















Hoy me toca desahogarme escupiendo un par de verdades. Y sin querer parecer feminista, porque ya no se ni lo que significa esa palabra, tengo claro que como mujer tengo algo que decir.

Me siento decepcionada cuando veo que en todas las cadenas aparecen presentadoras que encajan perfectamente en el canon de belleza preestablecido o cuando veo en la biblioteca a muchachas correctamente maquilladas y peinadas. Me decepciona porque mi primer pensamiento al respecto es “debería cuidarme más”. Y me molesta profundamente porque yo ya me cuido, me cuido cuando disfruto en cada comida y en cada cerveza con mis amigos; y sin embargo resoplo cuando me doy cuenta de que mis curvas van aumentando considerablemente.

Y es que aunque se que el tema nos lo sabemos ya de carrerilla, creo que no nos lo tomamos suficientemente en serio. Lejos de buscar culpables ni de calcular el origen de esta situación, hoy solo pretendo hacer una llamada a la cordura y reclamar un poco de atención hacia el hecho de que la mujer siga estando esclavizada a la belleza. Y ni siquiera a la belleza en su sentido más amplio, sino a la belleza física.

Estoy de acuerdo con el hecho de que todas necesitamos vernos y sentirnos bien con nosotras mismas,  pero hasta un límite. Y perdonad si sueno demasiado hiriente, pero de corazón os digo que si necesitáis operaros el pecho para ser felices el problema está mucho más adentro. Con todo esto no quiero ser demagoga ni mucho menos, porque yo soy la primera que se puso los grilletes. Pero simplemente me apetecía gritar que me jode tremendamente necesitar verme guapa, porque de verdad lo necesito. Y no se en qué momento decidí aceptarlo pero lo cierto es que no soy capaz de deshacerme de ello.

Y llamadme loca pero es que odio llevar sujetador porque me oprime y me dificulta la respiración, odio depilarme porque si no sufro por quemaduras, lo hago por sarpullido; y odio tener que maquillarme para simular una piel mejor cuando lo único que consigo es empeorarla. Pero es que lo que más odio es que aun odiándolo sigo haciendo todo esto.

Y creo que sea cual fuere el origen de todo esto, cada una es ama de su propia esclavitud y tiene la llave para hacerse libre, al menos en la medida justa. Y opino firmemente que somos nosotras las que debemos empezar a creernos que no tenemos la obligación de ser muñecas y que la belleza es algo que se cultiva a mayor profundidad.


Buenos días, sean felices.