lunes, 11 de agosto de 2014

La teoría de mis historias.






Tengo una teoría. Una de esas teorías estúpidas que pensé algún día en el que estaba más sensible de lo normal o en el que no tenía demasiadas ganas de analizarla racionalmente. Una de esas teorías que haré obsoleta un día de estos, pero que por el momento me vale.

Tengo la teoría de que la importancia que le atribuimos a una u otra persona viene en gran medida dada por la historia que hemos construido con ella, por encima incluso de las cualidades fundamentales de esa persona. Como toda teoría existen excepciones, no todas las personas de nuestra vida comparten nuestras historias, esta teorías es solo valida para algunas de ellas. Quizás las más importantes.

Tengo la teoría de que los vínculos que creamos con las personas vienen determinados por la construcción de un lazo compuesto por momentos que te dejaron huella. Pero más aun, llego a pensar que lo que creamos se basa en la carga simbólica que atribuimos y en la recreación que hacemos de esos momentos con el tiempo. La interpretación de esos hechos que a veces se conjugan con paisajes, canciones o comidas, con alguna frase intensa o incluso con un chiste, una mirada profunda, un abrazo sincero. Instantes. Instantes que interpretamos y que enlazamos uno a otro hasta crear una cadena llena de sentimientos y emociones que te atan a una persona hasta el momento en que decides que esa historia deja de ser importante.

Al mismo tiempo creo que esta cadena no puede ser bidireccional, es imposible hacer una interpretación simétrica de un recuerdo. Entre otras cosas porque un recuerdo ni siquiera es real, sino tan solo una proyección de lo que queremos que sea. Por eso creo que al final cada uno de nosotros tiene un recopilatorio único de historias que nunca se parecerá al de ninguna otra persona. 


Y es que al final, de las experiencias que vivimos, solo nos quedamos con la intensidad con la que hayamos construido nuestras historias. Y de la impresión de las personas con las que las hayamos compartido. Por eso creo que es necesario saber atribuir a cada momento la importancia que se merece, a cada recuerdo el sentido que le corresponde y a cada historia el lugar adecuado en nuestra vida. 

Buenos noches, sean felices.